De pequeña podías encontrarme con la nariz metida en un cuento o buscando cosas que observar en mi microscopio de juguete.

Tuve el privilegio de disfrutar de becas que me cambiaron la vida, llevándome de mi Burgos natal a Hong Kong para estudiar el bachillerato, a la Universidad de Princeton para hacer la carrera y al CNIO para el doctorado.

Todo eso no hubiera sido posible sin gente que apostó por mi formación. Por eso, mi pasión es ayudar a que todos los niños desarrollen su potencial a través de la educación, ayudándoles a ser felices, autónomos y con criterio propio.

De pequeño soñaba con acabar con el hambre y la pobreza en el mundo. Para lograrlo, mi plan perfecto era convertirme en el presidente de Pepsi-Cola, subir el precio de cada botella 1 peseta y dedicar la mitad al hambre y la otra mitad a hacer crecer la compañía para vender más botellas. “¿Quién se iba a negar a pagar esa peseta de más?”, pensaba yo…

Ya de mayor, trabajando en África, me di cuenta de que los verdaderos cambios se consiguen empezando desde las edades tempranas y gracias a la educación.

En mi recorrido profesional he trabajado para grandes ONGs y grandes empresas, tratando de aplicar un sentido trascendente al esfuerzo diario. En la mitad de mi vida, me quedo con la infancia, la educación y el efecto mariposa.

Gracias a que de pequeña leía todo lo que caía en mis manos, soy inquieta y curiosa.

Ese afán por descubrir y aprender fueron los que me sacaron de mi casa con 17 años, cuando hice mi primera estancia en el extranjero. He estudiado en Irlanda, España y Austria. He estado viviendo en varios países del Sudeste Asiático y tengo una formación ecléctica en ciencias y arte.

Me encanta dedicarme a la educación y trabajar con niños y niñas de todas las edades, colaborando con su formación para que sean personas responsables e independientes, capaces de desarrollar un pensamiento crítico, sin perder la ilusión por aprender constantemente.